Sobresaltado, con la respiración entrecortada y el pulso acelerado se incorporó en la cama. Una claridad cegadora le impedía distinguir el display del radio despertador. Frunciendo el entrecejo se acercó a la mesa de noche y comprendió que se había interrumpido la energía eléctrica durante la noche.

Torpemente revolvió los objetos desordenados apoyados en la mesa buscando el reloj pulsera protestando en forma audible. “Justo hoy me pasa esto. Por más que le explique al jefe que no fue mi culpa quedarme dormido igual me va a echar.”

No encuentra el reloj. Salta de la cama y se apresura a ir al baño. Una imprecación se atora en su garganta cuando su pié desnudo choca contra las pesas que había dejado al costado de la cama. No hay tiempo de ordenar nada. Llega al baño y mira la hora en reloj que había dejado apoyado en el lavatorio: 07:32

Está a tiempo de tomar el ómnibus hasta la estación de trenes y tomar el servicio rápido a Retiro de las 08:18 y recuperar el tiempo perdido. Se mira al espejo y se lamenta no haberse afeitado anoche. Ahora deber recurrir a la maquinita descartable, que en minutos le deja el rostro con varias pequeñas cortaduras. Al tomar el frasco de loción se le escapa entre las manos y se hace añicos contra el piso.

Sale presuroso del baño y busca en el placard una camisa. Están todas en el canasto de la ropa para planchar. Si logra llegar a tiempo al trabajo de todos modos recibirá una reprimenda por ir de remera, informalmente. No importa. Lo prioritario es llegar antes que el jefe.

07:52 en el reloj. Estoy a tiempo. Solo 20 metros para llegar a la esquina y de ahí solo 5 pasos a la parada. Pasa un colectivo de Transportes del Oeste, apresura el paso, pasa otro colectivo, corre, y al llegar a la esquina un tercer colectivo está arrancando. Le hace señas desesperado. El conductor cierra la puerta y le hace señas de “no” con el dedo.

Insultarlo es una descarga inútil, su chance de llegar a tiempo a la estación está casi perdida. Los segundos parecen durar más tiempo. A la distancia viene uno de la línea 338, es más caro pero no le queda otra que tomarlo. Sus últimas dos monedas de 1 peso son engullidas por la máquina pero el boleto no cae. El chofer se detiene a un costado y parsimoniosamente trata de destrabar las monedas con un precinto largo de plástico mientras los segundos siguen corriendo.

Decide seguir la marcha y expender boletos manualmente. En cada parada suben pasajeros y el recorrido de 2 Km. hasta la estación Hurlingham parece de 20 Km. El reloj rodeado de un paño con los colores de River Plate puesto entre los espejos del frente marca las 8:13

Solo una cuadra para que cruce las vías y llegue a la parada. 10 metros antes el tráfico se detiene porque la barrera automática ya está bajando ante la proximidad del tren que viene de Pilar. Luego sale el servicio local.

“Chofer ¿puedo bajar acá?”

No, la parada es del otro lado

¡Pero pierdo el tren jefe!

No es mi problema

Pasó el convoy y la barrera se eleva. El servicio local ya está estacionado en la plataforma. Se encamina a la entrada norte del andén y justo hoy apostaron guardas.

-“Boleto por favor”

-“No tengo jefe, si voy hasta la boletería pierdo el tren y llego tarde al trabajo. Dejame pasar…Me echan macho. “

-“Faltan 2 minutos para que salga. Corra y saque boleto. No lo puedo dejar pasar”

Media cuadra de pique rápido hasta la boletería. 7 personas adelante.. Justo cuando toca su turno se oye el silbato de la locomotora y el tren empieza a moverse.

-“Ida a Retiro” jadea, entregando el único billete que le queda de 2 pesos

-“¿no tiene uno de 5 o 10? No tengo monedas para darle el vuelto”

-¡No nena, ahí tenés monedas! ¡Dale que pierdo el tren!

Toma el boleto y sin espera el vuelto sale en una persecución perruna. Corre con todas sus fuerzas e iguala durante unos segundos la velocidad del convoy. Se estira para tomarse del pasamos pero una mano firme lo toma del hombro y lo sacude con fuerzas.

"¡Josè! ¡José! ¡Levantate! ¡Se cortó la luz y no encendió la radio! ¡Menos mal que estabas tan inquieto y te sentí!


Pepelui