-Si, con seguridad ése es el banco- dijo para sus adentros.
Matilde se acercó como si el tiempo la apremiara.
La plaza en cuestión, era la de su adolescencia, en la cual se reunía con su amigo.
Hoy en día, abandonada en forma lamentable; las farolas, las pocas en pie, apenas alumbraban, los senderos casi imperceptibles.
La hora era la misma: las 20,30. ¿Cuántas cosas allí ocurrieron?Charlas hasta altas horas de la noche. El calor de sus cuerpos que al pequeño roce lograban estremecer inclusive las hojas caídas.
Sus caminos se separaron. Ella por uno... él por otro. Nunca se volvieron a encontrar. Hasta aquel aviso pequeño en el diario.
Al principio no le dio importancia. Pero algo dentro de ella la obligó a releerlo.
Es por ello que esa noche estaba allí. ¿Esperándolo?
Dejó su familia sin dar explicaciones. Viajó y viajó para llegar a la plazita del pueblo.Sus hijos ya la comprenderían. Su marido quizás no.
¿Vendrá ? De seguro que no.¿Porqué no obstante volvió?