El acecho de un delirante
Cuando decidimos terminar con una relación de años, porque vemos que se ha trasformado en una pesadilla, porque nos va anulando, porque hasta el alma nos la deja vacía, porque el amor salio huyendo, porque aquel jardín de rosas se convirtió en un desierto, porque las caricias y las palabras de amor que recibías fueron sustituidas por insultos y maltratos. Porque aquel ser maravilloso que te enamoro, conquisto y te quito hasta el aliento con su amor, se convirtió en un loco manipulador, egoísta, ego- centrista y delirante…
Lo primero que se piensa es que al colocar punto final a esa relación se terminara la pesadilla y ya no tendrás que soportar más todas aquellas cosas y que lograras liberarte de aquel ser que te atormenta y te hace daño. Que es un hasta aquí llegue, que los caminos se separan y cada quien con su vida...
Que puedes rehacer tu vida, que puedes encontrar nuevamente el amor, que puedes comenzar una vida nueva. que puedes ser feliz por fin, pero Parece que no es así, tú vida se vuelve un lío. Y solo te queda refugiarte en tus sueños e ilusiones, porque no te atreves a exponer a nadie, porque no soportarías y no te parece justo que alguien sufriera por ti. Pareciera que el amor, la felicidad y el derecho a una nueva vida estuvieran vetados para ti.
Porque la realidad es otra en la mayoría de los casos, después de años de haber terminado con aquella relación, sigues cargando acuesta con la sombra de aquel delirante, que sigue acechando y tratando de hacer daño con más ahínco que nunca, llevado por la ira, la furia y la frustración, como un animal salvaje porque no soporta que hayas sido tú, quien lo haya dejado.
¿Será que nos volvemos cobardes? o ¿el miedo nos paraliza?
D/A
María Jiménez V.